Es por esto que, siguiendo con la ambigüedad que tanto me gusta, la dama del dibujo luciría atada y expuesta en forma erótica. Pero no se mostraría victimizada ni sometida. Habría algo de satisfacción y caracter en su rostro.
Mientras hacía los primeros trazos, seguí mis sentimientos y le sume un par de kilos. Me gustó más enfatizar su papada, sus rollos y sumarle curvas.
¿Quién tiene el poder?
Ella es desafiante, ella es fuerte. ¿Quién tiene el poder? Ella esta atada y expuesta, o es ella quien somete y expone el deseo del otro?
¿Quién ata a quién?
Mientras le entintaba, sentía que tenía que imponer un poco más mis aprecios y gustos. Esto lo dibujo para otros, pero no puedo ser forzado a dibujar nada que yo mismo no desee. Así que deje que el sentimiento obre, y le sume a la dama un par de años. Una, dos décadas.
Ya no se ve tan fresca y linda y suave como en el lápiz, pero se ve más completa y fuerte. Ella vivió y su fortaleza tiene mucho que ver con la experiencia. Eso fue lo que sentí.
¿Quién expone a quién?
Pero pese a todo, su auténtico carácter se expresaría a trabes del color. Y este es el que le dio su completo mensaje. Los rubores, la excitación. Esta colorada, esta avergonzada. Una dama de cierta edad expuesta de ese modo ante una situación tan intensa, es todo muy fuerte lo que le pasa. Después de tantos años, finalmente vuelve a ruborizarse como si fuese una adolescente.
Esto es lo que sentí al verla, pero cada quien puede sentir e imaginar su propia versión. Quizás no sea lo mejor que exprese mi sentir, pero ¿Por qué no? Al fin y al cabo, uno también termina siendo un espectador más, y al final del día ningún dibujo nos pertenece y sólo somos dueños de la sensación que nos generen en el preciso momento en que se nos exponen y nos exponemos a ellos.
Pero también puede ser que no te gusten las gordas y que todo lo escrito no tenga sentido.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario